Contra lo que muchos piensan, fue el señor Alan García el primero en ridiculizar la posición patriota de recuperar territorio ocupado ilegalmente por chilenos, que llevó luego al funcionario de Relaciones Exteriores García Belaúnde a decir que eran unos cuantos metros, algo comparable con su chacrita. Ese desprecio por lo nuestro se ha llevado al extremo, a tal punto de impulsar un Tratado de Libre Comercio con Chile, con la asistencia silenciosa y vergonzosa del actual Congreso peruano.
La ratificación de este TLC con Chile acaba de culminar su primera etapa en la Cámara de Diputados de ese país. La noticia no ha sido recogida por la prensa salvo una pequeñísima nota en la sección económica del diario El Comercio. No hay grandes titulares. Tampoco especiales. Mucho menos entrevistas ni ex ministros del gobierno anterior que se "ofrecen" al actual. Lo que hay es vergüenza por la forma como se ha tratado este Acuerdo Comercial.
Demostrando que para efectos de defensa jurídica y política del país este Congreso NO existe, todos los congresistas actuales permitieron que se concretara la firma de este Tratado. Temerosos, fueron incapaces de enfrentarse a los medios de comunicación dependientes del avisaje de empresas chilenas. En el colmo del ridículo, histórico por cierto, los congresistas de todas las bancadas, empezando por los apristas obviamente, declaraban no conocer el texto del Tratado con Chile, sin embargo lo aplaudían y de pie. En paralelo, senadores y diputados chilenos de visita oficial en nuestro país, en el recinto de nuestro Congreso, en los salones de nuestro Palacio de Gobierno, aseguraban haber leído el texto y aún más, decían que satisfacía "ampliamente" los intereses de Chile. Esta es una vergüenza histórica de la cual el Congreso actual jamás podrá redimirse.
Este Congreso permitió que se engañe al pueblo peruano con un cambio de nombre sabiendo perfectamente que era un Tratado Comercial. Nuestros "congresistas" que se jactan de citar a Basadre se convirtieron en cómplices de la arremetida chilena en nuestro país demostrando su falta de coraje, temperamento y sentido patriótico. Chile ahora hace, en el gobierno aprista, lo que le viene en gana: controla la inmensa mayoría de la prensa, controla la política e influye en el proceso de decisiones gracias a su gran preponderancia de su inversión económica.
A tal punto es la intromisión chilena que condiscípulos de ese país me han comentado lo fácil que ha resultado para Chile ingresar a Perú, a diferencia de lo que resulta en Bolivia, Ecuador o Colombia por ejemplo.
Los chilenos deben saber que el hecho que el señor García y su partido, el aprista, sean entreguistas no le da, de ninguna manera, seguridad jurídica en el país. Algún día, como dice Alan Fairlie, los peruanos sin alma entreguista como García y su partido, deberán empezar el proceso de recuperación de nuestra dignidad, arrebatada momentáneamente por periodistas que venden su opinión, por políticos sin sentido patriótico y por una sociedad civil que no encuentra su identidad.
Mientras Chile se asocia con Bolivia en contra de nuestros intereses, el señor García se aleja de Evo Morales, de los compromisos de Tarija y de la comunidad andina.
Ese es García, qué les parece.
La ratificación de este TLC con Chile acaba de culminar su primera etapa en la Cámara de Diputados de ese país. La noticia no ha sido recogida por la prensa salvo una pequeñísima nota en la sección económica del diario El Comercio. No hay grandes titulares. Tampoco especiales. Mucho menos entrevistas ni ex ministros del gobierno anterior que se "ofrecen" al actual. Lo que hay es vergüenza por la forma como se ha tratado este Acuerdo Comercial.
Demostrando que para efectos de defensa jurídica y política del país este Congreso NO existe, todos los congresistas actuales permitieron que se concretara la firma de este Tratado. Temerosos, fueron incapaces de enfrentarse a los medios de comunicación dependientes del avisaje de empresas chilenas. En el colmo del ridículo, histórico por cierto, los congresistas de todas las bancadas, empezando por los apristas obviamente, declaraban no conocer el texto del Tratado con Chile, sin embargo lo aplaudían y de pie. En paralelo, senadores y diputados chilenos de visita oficial en nuestro país, en el recinto de nuestro Congreso, en los salones de nuestro Palacio de Gobierno, aseguraban haber leído el texto y aún más, decían que satisfacía "ampliamente" los intereses de Chile. Esta es una vergüenza histórica de la cual el Congreso actual jamás podrá redimirse.
Este Congreso permitió que se engañe al pueblo peruano con un cambio de nombre sabiendo perfectamente que era un Tratado Comercial. Nuestros "congresistas" que se jactan de citar a Basadre se convirtieron en cómplices de la arremetida chilena en nuestro país demostrando su falta de coraje, temperamento y sentido patriótico. Chile ahora hace, en el gobierno aprista, lo que le viene en gana: controla la inmensa mayoría de la prensa, controla la política e influye en el proceso de decisiones gracias a su gran preponderancia de su inversión económica.
A tal punto es la intromisión chilena que condiscípulos de ese país me han comentado lo fácil que ha resultado para Chile ingresar a Perú, a diferencia de lo que resulta en Bolivia, Ecuador o Colombia por ejemplo.
Los chilenos deben saber que el hecho que el señor García y su partido, el aprista, sean entreguistas no le da, de ninguna manera, seguridad jurídica en el país. Algún día, como dice Alan Fairlie, los peruanos sin alma entreguista como García y su partido, deberán empezar el proceso de recuperación de nuestra dignidad, arrebatada momentáneamente por periodistas que venden su opinión, por políticos sin sentido patriótico y por una sociedad civil que no encuentra su identidad.
Mientras Chile se asocia con Bolivia en contra de nuestros intereses, el señor García se aleja de Evo Morales, de los compromisos de Tarija y de la comunidad andina.
Ese es García, qué les parece.
Por: Juan Sheput
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